martes, 28 de septiembre de 2010






            1
Guardaste mi vida entera
en una cajita de sueños sin nombre
para colorearlos con tu imagen,
para revivirlos con ilusiones
en vasos de alcohol.

Me entregaste tu debilidad
para que yo cubriera
todos los espejos falsos de tu camino
y te vieras desnudo frente a mi.

Nos regalamos atardeceres
para volar a la distancia.
Hiciste una barrera de la realidad
para NO entender, que mis ojos
miraban otros ojos.
Tuviste paciencia
ante la ambigüedad de mis tormentas;
Pero te tragaste un disco duro
de preguntas sin respuesta,
que se impregnaron entre tu amor y resentimiento,
para dejarme volar, liberarme,
con el pecho destruido
y los ojos de antifás,
con el alma llena de dudas,
Me liberaste del cofre de espejos,
para saborear la derrota
de verme caer en los brazos de quien siempre añoré.

Me prometiste una vida
y aún así,
como dama maligna en mi burbuja,
te lancé del puente,
te mostré el espejo real de tu imagen y la mía,
y te fuiste para siempre por el río de recuerdos
hasta el mar de las nostalgias.


 
     2

Te recuerdo,
te escondes siempre dentro
de alguna canción que quema el pecho.
te recuerdo,
sin ansias, sin querer encontrarte,
sin querer tenerte entre mis pasos.

Estas como cinta de película hundida,
estas en mis olvidos recurrentes,
en los viajes por santiago, en los cigarros de media tarde,
en el sabor a licor de los viernes,
en las miradas amables y despreciables.
Te apareces de improviso aveces,
como Flash, pasado, y te vaz.

Te recuerdo, tal vez,
por que mi pecho suspira los pocos pasados
que brotaron sonrisas.
Por que aprendí a pisar los espejismos de oscuridad
sin hundirme en ellos,
Por que solo tú me pusiste alas reales,
para emprender vuelo, a mi verdadero lugar.

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