viernes, 13 de noviembre de 2015

La ninfa y el humano de luz

Una mañana en las colinas de una mágica naturaleza desconocida, el sol se asomaba tras de las ultimas nubes negras de una tempestad, una suave neblina y los primeros rayos formaban pequeños arcoíris entre los arbustos, se soltaban los capullos, se limpiaban los causes y las brisas...
allí en un lugar sin tiempo, donde todo respira y todo florece siguiendo el pulso del despertar armónico, justo en ese ahora y espacio despertaban dos seres.
Un humano luminoso y sencillo meditaba la tierra y encendía el fuego escribiendo rimas al amor
y una ninfa azul desplegaba sus alas entre danzas y cantos renacidos al sol.
Sin sospechar que se tejerían sus rumbos y jugarían sus artes,
las sincronías llamaron al universo.
De pronto el humano detuvo su caminar y vio a la ninfa azul volando en espirales,
su corazón sonrió  y su alma se inspiro,
entonces la ninfa sintió la luz del bello humano, 
confiada y maravillada fue a su encuentro para reconocer sus ojos ~
Observo su mirada en conexión infinita y comprendió la sonrisa, transparencia del alma.
Estremecida y algo desconcertada por el encuentro, dio la vuelta pues escuchó un susurro que le decía: "Empieza por amarte a ti, que el corazón abunda de semillas que suben por esas alas azules, colibrí."
Ella voló con una sonrisa, aceptando la melodía y el llamado, 
amando profundamente pero respirando lento y pausado ese vinculo sagrado e inexplicable.

Sin embargo él a apareció con su luz y recorrió hasta los rincones más sutiles de su espacio,

la desnudó y pintó poesías entre sus curvas y plumas, obsequiando una brisa mágica, soltando en un suspiro sabio, el anhelo y la ilusión.
El descubrió que el alma de la ninfa vivía allí donde nada puede atarle; allí donde florecen liberaciones y viaja la música de esperanza en el viento.

La ninfa azul floreció en su vuelo, encontró las más bellas comprensiones en sus viajes que guió  respirando ciclos y cultivando el presente con paz.

El sentimiento de amor fue creciendo y el rezo se expandió cada día, siempre presentes el uno al otro en los fuegos eternos de sus almas, humano y ninfa se amaban en libertad.
Ella siempre volvió transparente a desnudar su alma, acariciar sus raíces y ramas, encausando los ríos de la tierra.
El siempre volvió para iluminarla de amor incondicional, nutriendo las semillas de su corazón y besando el néctar de sus flores. 
Así fueron danzando sonrisas y lágrimas en el respiro y palpitar de las distancias y los encuentros.

Octubre 2015.


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