Sube con el viento en un impulso arrebatado
avanza con decisión sobre las rocas, sobre el delirio,
que no vuelva la cordura de pecho encerrojado,
pues quiere ser a flor de piel, a punta de lágrima, a punto de fuego
decirme a los ojos el reventar de sus olas.
Saborearnos la incoherencia, que solo lo callen las conmociones
que nadie le ponga reja a su próximo paso.
Quedarse mirando solo el infinito horizonte,
quedarse mirando solo la infinita pared de rocas y volver para tomarme de la cintura
pretendiendo alzar un vuelo hacia un vórtice de remolinos de asombros e irevueltas.
Tengamos los ojitos bien abiertos,
absorbiendo todas las luces y mimetizarndonos con la noche.
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