cuando sintió el suspiro de un pasado ultrajado.
Se le soltó el tornillo de su cabeza
y lo guardo bajo su cama.
Se trago las amarguras con la inmadurez
del sin pensar,
en los 14 tragos fucsias,
y tembló todo su sueño arrepentida.
Abrió los ojos en mareos y las manos de dudas.
Movió los pasos adoloridos
y el cuerpo duro y vencido.
Escupió confesiones idiotas,
se alegro con la sinfonía de una mirada.
Se cambio el traje y se puso el tornillo.
Anocheció vencida, convertida en mujer excesiva.
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