miércoles, 10 de febrero de 2016

Metafora de la vida espiral

Subiendo montañas en atardeceres de fuego, arreboles son el aliento que reviste mi sangre impulsando senderos color corazón.
Crepúsculos en llamas, mi cuerpo candente no se detiene,
el paso firme afirma el respiro, alado el sentido da voluntad al espíritu.
La vertiente del valle se llevo las mentes
y el paso avanza aunque caiga la noche,
la huella de la tribu es la guía en el bosque.
Desde mis pies brotan raíces doradas,
señales de fuerza para los que vamos en manada;
Las luciérnagas nos guiarán hacia la luz que nosotros sabremos encender,
para cuidarnos de las sombras de nuestros propios temores
y así pasar la noche utópica donde somnolientos vemos la luna menguante asomarse entre el sueño y la realidad.

Despertamos en meditación, la aurora es renovación
entre cantos de sanación al sol,
emprendemos el caminar y casi todos van,
sin embargo uno decide abandonar,
sin saber que su espiral le llevaría por el camino de los descensos perdidos,
que son la llave que siembra experiencia, en otro proceso de clarividencia.
Todos los que vamos no olvidemos soltar, aquello que ya no sirve para la cima magistral, mientras más livianos más sencillo se torna volar.
En la punta abunda la música del silencio,
En la cima solo hay un luminoso prado extenso,
Y puedes girar con vistas a todos lados, ya no hay caminos trazados.
Después de un largo camino ascendido, ya no existen los guías,
cada ser toma su rumbo y elige una vista
para tomar acuerdos con su interior,
para liberar el ultimo peso de su creación mental,
dejar el cuerpo sembrado y trascender el alma inmortal.

Los rayos gemelos se vuelven a juntar,
los rayos amigos se vuelven a encontrar
y todos juntos vuelven a tejerse en una misma fuente
desbordante de amor y totalidad.
Más arriba de las cimas, en las ciudades de cristal,
las almas renuevan su misión a entregar
y en un rayo de vida se vuelven a encarnar,
en la era de oro que amanece en la tierra.

Un primer rezo de unión y protección
desde las grandes montañas baja en ríos de purificación,
y en el descenso de las almas por la vertiente interior,
vemos las cartas y puertas de nuestra reincorporación,
hasta quedar sin memoria en el razonamiento exterior.

Aquí entre las montañas recordemos la misión,
Que ya hace en la metáfora de la naturaleza misma
que ya hace bajo el velo del espejo y sus prismas,
que está naciendo ahora en la simpleza de entregar

y vibrando en el fondo del corazón en libertad.

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