Estábamos
en un campo rodeado de cerros, anochecía después de un largo día de lluvia, las
pozas de agua inundaban los alrededores de la casa donde nos estábamos
quedando, compartíamos con otras personas, sin embargo estas eran algo borrosas
para mí, incluso tú.
La
nostalgia me inundaba el pecho frente a un atardecer lleno de reflejos y
colores…en eso, recuerdo que debía encontrar algo en la casa, pero buscando me
olvido, entonces miro al cielo pues algo está cambiando, se comienzan a ver auroras
boreales y de pronto más estrellas fugaces de las que nunca había visto pasar, una tras otra… pensé en desear, pero la
sorpresa ante tal acontecimiento me tenía perpleja pues de pronto todas las
estrellas caen y caen de a montones, llenando de fumarolas y destellos el cielo,
como si de pronto el universo fuera a colapsar o a cambiar radicalmente.
Todos
salieron a mirar sin poder visionar un futuro, nadie hablaba pero todas las
preguntas estaban en nuestros rostros.
¿Chocaremos
con una estrella o planeta?
¿Un
holló negro nos absorbía? ¿Éramos nosotros también parte de la lluvia del
cosmos? ¿Nos vamos a incendiar también?
¿Volveremos
a ser otro universo, otro ciclo, otra forma, otra vida?...
Que
importaba ya! La respiración paso de preocupación a la aceptación y calma, en los
ojos de mis compañeros, en los tuyos y los míos veíamos transparencia y luz,
una conciencia despierta, clara…
El
fin anunciaba el comienzo.
Los volcanes
temblaron para liberar su energía acumulada por siglos.
Entonces
te dije: Vamos a dormir… tengamos el mismo sueño.
Nos acostamos
abrazados en la cama, el amor era todo lo que necesitábamos.
Me
duermo en un largo suspiro…
y me
despierto una mañana rumbo al campo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario