El encuentro de esos ojos cargados de historias ocultas,
ellas abrazan sus manos agrietadas, gastadas, tatuadas de la cosecha ajena,
espaldas cansadas de horas soleadas, respiro tóxico, corazones que extrañan esos ojitos de esperanza que les esperan en las faldas de abuelas y en las calles descalzas.
Ahí va otro hombre de semillas infestadas y otra mujer sembrada
útero, leche vida contaminada por el veneno que sustenta el egoísmo de soluciones decadentes.
Trabajo que paga con miseria y confusión,
para esa riqueza pobre de ciegos del poder,
sonrisa cínica que compra el medio y la próxima portada,
mente que se parcha con caridad corrupta.
¿Quien calmaba la pena y la rabia de esas mujeres?
¿Quien calmaba la angustia de esos niñxs sin leche, sin abrazos maternos y sin padre?
Marca y marca el tiempo con tarjetas,
sella y sella el envase de frutas
regresa y vuelve cada temporada,
cuida y cuida la cría, el hombre, la casa,
le suda, le duele, le afecta a la tierra y la dignidad humana.
* A esas mujeres llamadas temporeras, las Asalariadas Agricolas de la Agroexportación.
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