No me enamoras, no me imagino una vida contigo, no me interesa demasiado tu historia, ni tus razones, ni cuantas veces, ni como lo hiciste, ni por que esto o esto otro. Tampoco me interesa realmente lo delgado de tus piernas o el ancho de tu cintura, el lunar preciso, o el defecto que te acompleja.
Tal vez, simplemente, hay algo que me enloquece de tus ojos grandes y profundos, llenos de incertidumbre y deseo.
Que de tus gestos espontáneos y femeninos, se desata en mi el frenesí oculto en mis anhelos; y te deseo...sin remordimientos ni disimulo, libre y pasajera entre mis manos y mi boca, en lo cálido de la tenue oscuridad.
Que de tus gestos espontáneos y femeninos, se desata en mi el frenesí oculto en mis anhelos; y te deseo...sin remordimientos ni disimulo, libre y pasajera entre mis manos y mi boca, en lo cálido de la tenue oscuridad.
Y entonces me gusta lo tangible de tu presencia, pero más aun la esencia intangible que te completa, con todas aquellas cosas que nunca sabré de ti.
Eres hermosa desde mis ojos y desde todos mis sentidos e imaginarios, y ninguna historia, ni cuento, ni razón, ni defecto tuyo, me quitará el placer de encontrarte hermosa.