lunes, 18 de mayo de 2009

Destellos


Aurora vivía sola en el último piso de un edificio muy alto de Santiago,
era una mujer soñadora y creatíva,
su departamento tenía las paredes llenas de murales como de otro mundo,
en los que pintaba sus sueños y todos sus deformaciones del mundo.
Una noche mientras escribía sus tareas para la universidad,
alguen toco la puerta, se levantó extrañada de que alguien interrumpiera
en su hogar a esas horas de la madrugada.
Miro por el ojo de la puerta y no vió a nadie...
se devolvió pensado q se habían equivocado,
pero nuevamente golpearon con timides la puerta,
dio la vuelta y con rapidez la abrió,
había un hombre joven que la miraba fijamente
con los ojos grandes y negros.
Sorprendida y temerosa dio un paso atraz
y comenzó a hacer un gran esfuerzo por recordar quien podría seraquel hombre;
pero no lo encontraba en sus dañados en sus archivos...
de pronto encontró algo,
un leve recuerdo en su mente practicamente amnesica de su infancia
por un accidente que tuvo; encontró esos ojos en su debil memoría
y entonces comprendió que sería alguien que la conocía, aunque ella no lo recordara,
en tanto el hombre la seguia mirando, de improvisto él la tomó de la mano
y camino apresurado haci la escalera que subía a la asotéa del edificio.
Aurora se dejó llevar, sin entender nada, y en un momento se encontraban arriba,
superiores a todo el resto de la ciudad que brillaba frente a ellos,
el hombre la miró de nuevo, ella estaba nerviosa.

Todo Santigo que estaba lleno de pequeñas luces repentinamente se apagó,
era la oscuridad absoluta, algo impresionante que Aurora no podía creer,
entonces subió la mirada y vio el cielo, era el cielo mas hermoso que había visto,
lleno de estrellas destellantes, cual ciudad se había apagado para iluminar el cielo.
Aurora se sentó en el piso, su acopañante se sentó junto a ella,
el nerviosismo ya se había desvanecido, las estrellas calmaron su ser.

La oscuridad era tal, que no se dió cuenta que el joven estaba frente a ella,
los labiós de él se posaron en los suyos inosentemente,
por la mente de Aurora empezaron a volver pequeños destellos de recuedos,
quien la besaba era su amigo de toda su niñes, con el que había vivido hermosos momentos
hasta que perdió todo rastro mental de él despues del accidente.
Se volvieron a mirar, ahora de distinta manera,
ahora como dos personas que se conocen y se sonrrieron en señal de aceptación,
el volvio a sentarce a su lado y ambos se recostarn en el cemento
mirando las miles de estrellas, como si fuera un sueño.

domingo, 17 de mayo de 2009

Viento invernal




¿Que dirá el viento
cuando susurra en el invierno?
¿será que está triste y
sus sollozos hacen llorar al cielo?
¿O quiere jugar con las ojas añejas del nogal?
¿talvez es amante del arbol,
las flores o el mar?
¡seguro está asustado
y corre para escapar!
¿quien lo perseguirá?
¿O solo está contento y quiere
con todos danzar?
¿a donde se van? ¿a donde llevas mis pernsamientos, viento?
¿Que es lo me se susurras al oido
en ese tono melancólico?
Cuando en silencio camino sola
me atrapas, me llenas de tu fragancia
y entonces como soñando despierta
vuelo en tus curvas,
vuelo en tu melodía
y en el susurro del invierno
me desnudas y me abrigas
me convierto en poesía.

Ocaso



Con lagrimas en los ojos y el corazón acelerado,
corrió a la habitación, abrió la puerta y miro haci todas partes,
todo estaba igual, sería esta la última vez que vería todo ese desorden,
busco entre las ropas arrojadas en el piso, auncioso, con los ojos rojos de dolor
y las manos nerviosas ante su desición...
por fin, ahí estaba el cuchillo entre los zapatos y el poleron;
lo tomo con inseguridad y lo guardo en su bolsillo; salio rapido sin mirar atraz,
bajo la escalera que llegaba a la puerta principal y salió de su casa
adentrandoce en el bosque que se hacía oscuro por el atardecer
hacia el comienzo de la noche.
Al final una colina de rocas y tierra, acendió con esfuerzo
mientras caían gruesas lagrimas desconsoladeas de sus ojos,
en la cima miró a su alrrededor, el paisaje era tan hermoso, entre los gigantes montañosos,
él alli tan pequeño. Saco el cuchillo del bolsillo y lo tocó con sus manos,
lo hacercó a su pecho, las lagrimas habían cesado
mientras miraba la puesta de sol anaranjada,
el cuchillo rasgó un poco su piel, sus manos sudaban.
Agachó la cabeza, no, no podía morir,
soltó el cuchillo y se sentó en la tierra con las manos en la cara,
con un solloso eterno.